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~*Rose´s iPod*~

21 de febrero de 2010

Capítulo 4.

Terminé de subir las escaleras del edificio, con ligereza. Estaba segura de que mi tío me echaría una bronca monumental. Ni siquiera sabía cuanto tiempo había estado inconsciente. Recordé mi móvil y me estremecí. Eso sumaría algún día más de castigo.

Llegué al rellano. Avancé un paso para llamar al timbre pero el dolor de mi cabeza aún no había desaparecido por completo y me tropecé con la estúpida alfombra en la que ponía ''Welcome'', dándome un enorme y sonoro golpe en la frente y llamando a la puerta con la cabeza en vez de con la mano.

- !Mierda!- Le pegué una patada a la alfombrilla con todas mis ganas, aunque para mi disgusto, tan sólo llegué a golpear el aire.

Solté una parrafada de tacos seguida de unos cuantos ''me cago en...''. Para cuando me quise dar cuenta de que la puerta estaba abierta y mi tío me observaba con malas pulgas, ya era demasiado tarde.

- Pasa.- Ordenó. Su voz sonaba pasiva, y tan sólo había que mirarle a los ojos para saber que se moría de ganas de retorcerme el pescuezo.

Entré con miedo a la casa. Pocas veces Pete se había puesto de mal humor, una de ellas cuando tiré a su gato Cachemir (menudo nombre, yo le habría puesto Lucifer o Satán Picolo, ya que era negro.) Ahora el gato era más mío que suyo, pero eso no viene a cuento.

Caminé por el pasillo hasta mi habitación. Pero cuando mi mano se posó en el pomo de la puerta, Pete gritó:

- !ROSE DARLING! !AL SALÓN, YA!

- Ya estaba tardando.- Dije irónicamente para mis adentros. Luego, alcé la voz:- Ya voy, ya voy.

Dejé el bolso en el suelo junto con el chaquetó empapado y anduve decidida hasta el salón. Cuando entré, Pete y Suzanne estaban sentados uno al lado del otro en el estrecho sillón.

- Siéntate.- Me ordenó de nuevo. Pillé asiento en una incómoda silla frente a ellos.

Comencé a calcular mis posibilidades y circunstancias.

1º/ No había estado mucho tiempo fuera de casa, apenas media hora si contamos los diez minutos del instituto a la tienda, de la tienda a mi casa... Vale, tal vez una hora. Conclusión: 2 semanas de castigo.

2º/ Cuando se enterase de que me había fugado de las tres últimas horas sin pedirle permiso ni avisarle. Conclusión: 2 días sin altavoces. Eso me dolería.

3º/ Ni de coña se creería que unos hermanos en monopatín me habían atropellado, así que por mentir: 3 días sin ver a Ricco. Y eso era un punto muy bajo teniendo en cuenta que era el único amigo que tenía.

4º/ El dolor de cabeza. Tal vez si tuviera suerte, esta conclusión anulase todas las demás, cosa que no creo.

Bueno, si estas eran mis espectativas...La cosa estaba muy reñida.

- ¿Donde estabas?- Preguntó con tono seco.

- Bueno...- Elegí bien mi respuesta.- Me mareé en clase de Biología. Fui a decírselo a la Srta, Nerg pero no estaba, le dejé una nota y salí del instituto. Luego comenzó a nevar y me metí un segundo a la tienda de Ricco. Me llamaste.- Pausa para respirar.- Comencé a andar hacia aquí pero...- Me lo pensé varias veces. al final respondí.- Un coche me golpeó. Entonces, el Jefe de Policía, esto... ¿Cómo era? !Ah, sí! Domingo Osment me pidió identificación, pero como ya me sentía un poco mejor me dejó marcharme andando.Y esto es lo que le ha ocurrido a mi móvil.- Lo saqué del bolsillo, y se lo entregué.

Creo que en toda mi vida había dicho tantas palabras juntas. Me volví a sentar en la silla incómoda y esperé. Mi tío observó un minuto el móvil y luego me hizo una pregunta que me dejó descolocada.

- Rose, ¿tú fumas?

- ¿¿Qué?? – Casi me reí.- ¡No! Cómo, sabes que desde…- El lo sabía muy bien a sí que no quise dar mas detalles.- No.

- ¿Y entonces?

- Y entonces, ¿qué?- Me estaba enervando la cara de pasividad que tenía en este momento Suzanne. ¿Era una sonrisa? Me cabreé.

-¿Bebes? ¿Te drogas o algo?- Aluciné

- ¿Opinas eso de mí?- Murmuré ofendida.

- No tengo otra explicación.- Suzanne le cogió la mano y en ese momento me sentí sola.- Antes de la muerte de tus padres eras una persona sociable. Tenías amigos. Incluso había chicos interesados en ti.- Me sorprendí.- Sí. Era una chica envidiada y querida a la vez.

- No… no lo sabía.- susurré.

- ¿Qué te ha pasado?- su voz denotaba tristeza. La cara de Suzanne ni siquiera tenía expresión. - Desde el incendio no eres la misma. Vistes diferente. No tienes a nadie.

- Si que...- Me interrumpió.

- ¿Ricco? Ese chico te tiene lástima.- Mis ojos se anegaron en lágrimas.- Tan solo eres una clienta más en su
negocio. Reconócelo. Te llevas bien con él, sí, pero tú sabes que no es una relación de amigos.

Me quedé en silencio. En cierto modo, todo lo que había dicho era cierto. Y la verdad dolía. Y escocía como una herida recién hecha.Respiré varias veces para intentar calmarme. Me incorporé poniéndome depié.

- Espero que esto no se repita, Rose.- Suzanne se marchó a la cocina.- Esta situación me agrada tan poco como a tí.

- No volverá a pasar.- Dije mientras me marchaba a mi cuarto.
Recogí las cosas del suelo y entré a la habitación, para volverlas a dejar. Me tumbé en la cama apretándome el pecho y por segunda vez en mi vida, lloré.

Cuando casi estaba en el primer sueño con la conciencia vagando por los rincones de mi mente, llamaron al fijo. Me levanté veloz, cogí el teléfono instalado en la habitación y descolgué.
- ¿Sí?- Dije restregándome los ojos para eliminar todo rastro de llanto.

- Hola.

- ¿Quién es?- Preguntó Suzanne por la otra línea.

- Cuelga, Suzanne. Es para mí.- Grité. Me salió un pequeño gallo de llorar. Carraspeé.- ¿Quién eres?

- Creí haberte dicho que llamaras al número de móvil si te encontrabas mal.
Casi pude distinguir sus ojos en medio de la negrura que ahora atenuaba mi cabeza. De color gris.