.The_True_Tittle.

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~*Rose´s iPod*~

5 de enero de 2011

Capítulo 14.

- El objetivo ha sido eliminado. Pero hemos tenido algunas bajas.

- No me preocupan las bajas. ¿Habéis conseguido la chica?

-No estaba en la casa. Coild la buscó en la planta de arriba, pero para cuando se percató del incendio, ya era demasiado tarde. Nosotros ya habíamos salido de la casa y no había tiempo de volver a por él.

La mujer se levantó y se colocó frente a la mesa en la que se encontraba el otro hombre. Parecía el jefe. Un hombre calvo, con cara de malas pulgas, lleno de collares, joyas de valor incalculable… Con unas grandes y horribles uñas repiqueteando fuertemente al ritmo de un tambor en la mesa. Se levantó y cogió del cajón del escritorio un trozo de papel desgastado.

-¿Qué es?- La mujer hizo amago de acercarse a husmear, pero el hombre calvo le retiró el papel de su alcance.

-Nada de tu incumbencia. Si no hubieseis perdido a Coild, todo esto sería mucho más fácil…

-Señor, si Coild hubiera prestado atención a nuestra llamada, no hubiéramos tenido que matarles para nada. La chica no estaba, podríamos habernos hecho pasar por alguna agencia de viajes. Ahora, por su culpa nos siguen la pista.- La mujer estaba a punto de añadir algo más, pero entró en la estancia un hombre más. Era el otro, el que mató a mi padre. Se me subió la sangre a la cabeza.

Estaba de pié en una esquina, pero nadie me veía, nadie acaparaba su atención en mí.

Mi cabeza estaba a punto de estallar, no podía moverme, ni llorar, ni gritar, no podía
ni sabía siquiera si estaba respirando.

-Señor, siento el retraso.- El hombre se inclinó levemente antes de tomar asiento en el sitio en el que antes estaba situada la mujer.

-Llegas justo a tiempo, Krause.- El hombre calvo le dio un sobre para que lo leyera.

-¿Qué es esto?- Krause cogió el papel atentamente mientras el señor calvo guardaba en un cajón aquello que no había dejado leer a la mujer. Antes de comenzar a leer, el jefe comenzó a explicarle.

- El no haber conseguido a la chica nos lleva a un punto libre y lejos de nuestro alcance. Nebilus y Helena se encuentran en la escuela, aunque ésta permanezca cerrada.- Se tomó una pausa para coger aire. En esa pausa me percaté de que podía caminar.- No podemos atacarles, es demasiado arriesgado, ya que aunque esté cerrada, tienen todo un blindaje de alumnos expertos en su interior.

- Pero señor.- Discrepó la mujer.- Nebilus está ya anciano y débil. Apenas podrán protegerlo. Si lo elimináramos del mapa, todo sería mucho más fácil.

- Y además, su hija Helena está en gestación. Es un punto fácil de eliminar.- Añadió Krause.

- ¡Silencio! – Golpeó la mesa de madera provocando un leve salto por parte de Krause y un grito de la mujer. Pasados unos segundos de calma, se levantó de su asiento y comenzó a caminar por la habitación.- No vamos a eliminar a nadie, ¿entendéis, inútiles?

-Pero, señor…

-¡Nada de peros! Lo único que me preocupa es que Helena se entere de esto, de la estupidez que habéis cometido.- Se sentó de nuevo mientras volvía a abrir el cajón y sacaba de nuevo el papel. Me acerqué rápido hasta él, pero cuando estaba a punto de ver lo que era, lo escondió entre unos folios. Era una foto. Me situé detrás del hombre calvo cerciorándome de que no podían verme.- Cuando Helena y su padre se enteren de que la Delphos del fuego ya se ha manifestado, tan solo querrán tenerla en su ejército. Y entonces sí que estaremos fuera de combate.

Todo se quedó en silencio, la mujer murmuró un leve ``con permiso ´´ y salió de la habitación. Krause se quedó en silencio terminando de leer el dicto que tenía en sus manos. Acto seguido se lo guardó en el bolsillo interior de su chaqueta y se marchó.

Me senté en el sitio en el que estaba Krause y observé como el hombre calvo se levantaba de su asiento, entornaba las persianas y con parsimonia, salía de la habitación. Me acerqué con urgía a su mesa y comencé a rebuscar entre los folios que antes había estado usando y encontré la foto.

En ella aparecía el hombre calvo, que en aquellos tiempos no era calvo, si no que tenía una mata de pelo castaña revuelta y unos enormes y afables ojos dorados. A su lado…

***

- ¡ROSE!

Me desperté sobresaltada. No veía nada, todo estaba lleno de…¿humo? Intenté levantarme, pero al instante noté como el aire negro y denso penetraba en mis pulmones y no me dejaba respirar. Comencé a toser.

-¡Rose, sal de ahí ya!- Reconocí la voz como la de Eva.

-¡Tirad la puta puerta al suelo!- Ese era Lukas.

No podía hablar, estaba tosiendo como una posesa, y apenas el picor de la garganta comenzaba, el aire no entraba por mis pulmones, como si de un tapón de carbón se tratase. Rodé por la cama para intentar gatear por el suelo, pero por lo visto, el no ver nada me hizo calcular mal porque me caí y me golpeé la cabeza, lo que me hizo soltar un alarido.

-¡Rose!- ahora parecía Anabel, pero apenas podía confirmarlo.

Me toqué la cabeza, empapándome la mano de algo líquido. Genial, ahora estaba sangrando, pero parecía que podía respirar mejor desde ahí abajo.

-¡Eh!- Tosí.- ¿Alguien puede apagar el fuego?- Grité.

Tardé un rato en comprenderlo, en que en realidad, el fuego lo había provocado yo. Intenté taparme un poco los ojos para ver algo, y casi me muero cuando vi el fuego en la litera de arriba. ¿Cómo es que no se había quemado mi cama, en la que estaba durmiendo?

-¡Rose, voy a tirar la puerta, apártate de ella!- Era uno de los gemelos el que hablaba ahora, pero ni aun sin tenerlos delante, sabría decir si era Colin o Dean.

Intenté arrastrarme por el suelo hacia la puerta del baño, pero el humo había inundado prácticamente toda la habitación y apenas podía respirar. Una especia de asma me inundó el pecho, me apoyé en una pared lo más lejos posible de la cama y me quité la camiseta, me la puse sobre la boca e intenté respirar sin éxito. Y entonces caí. Boo.

- ¿Boo?- Intenté levantarme y comencé a tantear las cosas sin ver apenas.- Ven, minino. ¿Dónde demonios te has metido?

Cuando ya había perdido la esperanza y las piernas me flojeaban, me dediqué a intentar encontrar el camino de vuelta, pero antes de que lo consiguiera, me caí al suelo, sin poder respirar.

Oí un enorme estruendo y minutos después, alguien me sacaba en brazos de la habitación. Cuando me apoyaron junto a la pared, oí miles de murmullos, de gente amontonada. No me atrevía a abrir los ojos, por el escozor y la sensación de sangre en la cabeza.

-Rose, estás bien, estás a salvo.- Lukas me tenía cogida de la mano y con la otra mano, me sujetaba la mejilla, aplicando un agradable frío que yo agradecía. Que ¿cómo sabía que era Lukas? Ni yo misma lo sé.

Abrí un poco los ojos. No me sorprendió nada ver a Boo sobre el hombro de Anabel, que me miraba con cara de preocupación.

-Estoy…bien. –Murmuré como pude.

Se oyó un suspiro de alivio mientras la gente se iba dispersando. La mayoría fueron a llamar a la señora Tays o a Helena. Pero debía ser ya muy tarde.

-Rose…Estabas soñando. Has debido de tener una pesadilla o algo. Iba a llamar a tu puerta cuando he visto el humo salir de bajo tu puerta. Te he gritado, pero no oías, no te has dado cuenta. Estaba preocupado.- Abrí los ojos lentamente y me giré para mirarle.

-Gracias.- Dejé escapar unas cuantas toses. Él rió levemente.

-Tengo que protegerte, para algo soy tu mentor.- Sonreí como pude.- Tienes ceniza…-Pasó su mano por mi mejillas, limpiando los restos. Nos quedamos en silencio, mientras le miraba fijamente a los ojos. No tenía ganas de apartar la vista, era demasiado acogedora la forma en que me miraba… Y entonces, me acordé.

-Lukas.- Volvió a la realidad y se miró la mano que acababa de apartar de mi rostro.- Tu… El… El director de… O sea…- Cogí aire.- Tu padre.- Su mirada se alarmó.- Tu padre es el jefe de los Éxodos.

Ahora no me miró. Se limitó a levantarse de mi lado y pegarle una patada a la pared que hizo que saltara la pintura. Me estremecí.